La preciosa
red de la vida: ha nacido una estrella
La mañana era fría. El sol apareció
en el horizonte con toda su radiante belleza. Pero había algo diferente. Daba
la impresión de que algo estaba a punto de liberarse, como una galaxia, una
nueva estrella que había estado fraguándose durante millones de años estaba a
punto de ser dada a luz. Uno de esos incontables milagros que suceden cada día y
pasan desapercibidos, pues la gente está demasiado ocupada para prestar
atención a los detalles pequeños de sus vidas.
Poco entienden que sin las cosas
pequeñas no habría grandes cosas. Cada pedacito suma en este maravilloso y
bello Universo.
La emoción de la espera estaba a
punto de terminar. No más ir y venir por la sala, con pesados pensamientos
sobre fracaso y éxito.
Un hombre preocupado es como una
nova, excepto que las novas se expanden hacia el exterior mientras que los
humanos se revierten hacia su interior, perdidos en el espacio de sus
pensamientos, pesados o ligeros.
La puerta doble se abrió de
repente. Salió un hombre poniéndose una bata blanca y anunciando que todo había
salido bien. Había nacido un nuevo niño. Ese niño eras tú.
Qué diferencia marco tu nacimiento
en la vida de tu familia. Durante largos años te alimentaron con un cuidado
tierno y amoroso, lo mejor que tus padres te podían dar. Siempre se esperó que
crecieras fuerte y feliz.
La felicidad es un sentimiento tan
precioso que se puede guardar en el interior de un corazón y, no obstante, ser
tan inmenso como un cúmulo de estrellas.
No se le puede asignar una etiqueta
con un precio a la felicidad. Ninguna tienda la puede poner en venta. Brota con
fuerza de lo más profundo de nuestro interior y brillar como un sol, o, si
elegimos el camino equivocado en la vida, ser tan pesada como un agujero negro.
La vida. ¿Cuántos de vosotros os
habéis parado a pensar y valorar tan precioso regalo? Quizás muy pocos.
Demasiado ocupados con el día a día para molestarse en pensarlo.
Porqué molestarse cuando los
pensamientos ya te los dan hechos, en forma de los fotones de un televisor o en
forma de las ondas sonoras de un programa de radio. Para qué molestarse en
pensar, te preguntas.
Todo está “hecho” en esta acelerada
sociedad moderna que va ce cabeza al desastre, y en la que sólo unas pocas
personas se preocupan por ello y te dicen que las cosas deberían hacerse de
otra forma. Pero aun así estás demasiado ocupado para ver el final del camino y
aún te importaría menos si así no te duele.
Se nos enseña a prestar atención a
las grandes cosas, que al final del camino resultan ser pequeñas, tan pequeñas
que pasan desapercibidas la mayor parte del tiempo y que son las que dan el
sentido a esta vida que es realmente muy corta.
¿Dónde estás? ¿Estás dispuesto a
dar una parte de tu felicidad a cualquiera que no seas tú? ¿Estarías dispuesto
a hacer feliz a cualquier persona que te rodee, aunque sea durante poco tiempo?
¿O quizás más?
Tiempo. Si, tiempo, esa misteriosa
fuerza que da forma a nuestras vidas y que no puede medirse, por mucho que nos
empeñemos en ajustarla a un simple reloj.
¿Sientes tu corazón justo ahora?
Ese ocupado palpitar que te mantiene vivo cada segundo de tu ocupada vida.
¿Dónde estás ahora? ¿Estás
dispuesto a expandir un pedacito de tu vida más allá de las murallas dentro de
las que te ha encerrado la sociedad desde tu nacimiento?
Quizás sí. Si es así, empecemos por
recordar otros seres vivos que te acompañan a lo largo del camino y que han
estado aquí, en este planeta, mucho antes que tu o cualquiera de nuestra
especie.
Mucho, mucho antes, puesto que su
estirpe se pierde en los laberintos del tiempo. Trozos de estrellas en la
Tierra, ocupadas en crear vínculos para fortalecer los hilos de la vida en la
Tierra, para futuros hermanos, que todavía son sólo sueños en el reino de las
esperanzas.
Sí. Les debemos mucho. De hecho,
les debemos todo. Y aún así, estamos tan ciegos que les damos la espalda,
despiadadamente… demasiado ocupados para dedicarles siquiera un pensamiento.
Sí. Ahora es el momento… el mañana
ya está aquí y estamos a punto de cruzar la frontera del destino sin esperanzas
de retorno si mantenemos el mismo ritmo que llevamos ahora.
Dedica algo de tiempo para esos
hermanos que dieron su energía estelar para darle algo de luz a tu vela, que
acaba de encenderse. Porque somos recién llegados en este camino lleno de
chispas de luz llamadas especies. No importa lo pequeñas o lo grandes que son o
fueron; sus vidas han aliviado nuestro camino como nuevas estrellas, o
estrellas que ya se han ido del planeta Tierra.
La chispa de amor que te han dado
no era suya, ya que era un regalo de ellos, de esas especies que vinieron antes
que ninguno de nosotros.
Expande ese amor como una nova y
salpica a tus hermanos con esa chispa que te ha sido trasmitida. No te la
quedes para ti solo. No tiene que ser de esa manera.
Rompe la muralla que te aprisiona,
ya sea moda, gusto o idea. Deja que la luz de tu corazón brille a través y más
allá de ti mismo, ese cascarón que te impide ver la vida como deberías verla:
como un ser cuidadoso y considerado, amoroso hacia otros seres vivos como tu
mismo que se cruzan en tu camino mientras moras en esta bella Tierra.
Hay vida después del cambio. Pero
un cambio no es un cambio a menos que pueda traer luz a esas oscuras esquinas
de las mazmorras donde nuestra ignorancia ha arrogado a nuestros hermanos que
nos dieron luz mucho antes de que fuéramos siquiera una idea en el reino de los
no nacidos.
Es aquí donde te puedes expandirte,
dar y transmitir algo de esa chispa que te transmitieron tus padres. Por favor,
tómate tiempo para considerar esparcir eso que no es tuyo sino de ellos: tu
vida.
Haz un poco de espacio para el amor
en este mundo cruel e insensible. Dale algo de sentido a la inmensa crueldad
que hemos creado para esos seres sintientes que tan injustamente llamamos
“comida”.
Esta es tu oportunidad para hacer
un espacio para el amor. Deja que tu corazón se convierta en una nova de amor.
Agujeros negros, desconsiderados y egoístas ya tenemos de sobra entre nosotros.
Se diferente y sigue el camino de
la rectitud, como quieres que te traten a ti. Ese es el camino. Empieza a
irradiar amor hacia nuestros hermanos, que sufren bajo nuestras brutales
cadenas.
Vamos a demostrarles que nos
merecemos ser los hijos de su luz, entregada largo tiempo atrás, hace mucho
olvidada pero tan intensa como siempre en cada extremo de la preciosa red de la
vida en el planeta Tierra.
El siguiente informe es de gran
preocupación para todos nosotros, y todos deberíamos hacer algo para enderezar
su torcida dirección.
Permitidme terminar este post irradiando
cual nova mi luz, que es de Ellos, con felicidad y esperanza en mi corazón, y
pensando que quizás te hayas parado un poco a pensar en tu trayecto por el
camino, que debería ser un camino recto por el bien de Su camino: nuestros
Hermanos, a los que, aunque tienen voces que nosotros aún no comprendemos,
insistimos en llamarlos “sin voz”.
Y sin embargo son “sin voz” porque
los mantenemos aprisionados y nos comportamos como personas desconsideradas
hacia personas plenamente sintientes, a quienes todavía tenemos que otorgar
plenos derechos, como esos que disfrutamos nosotros mismos. Ese debería ser
nuestro objetivo. Entonces podremos decir que hemos entrado en una nueva era:
la Era de la Luz.
Por Hugo M. G. von Österreich
und von Toskana
Member of the Union of
Concerned Scientists (USA)
Translated by/ Traducido por: Yudit Ruiz Sánchez
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